CENFERENCIA

jueves, 23 de mayo de 2013

LA PERLA DE ALICANTE

A la ciudad de Alicante, llegó antes la imagen de María Auxiliadora, que la presencia de los salesianos.
La imagen llegó a Alicante en 1911, cuando empezó a recibir un culto entrañable animado por el Abad Don Modesto Nájera, en la Capilla de la Comunión de la Colegiata de San Nicolás. 

A Don Modesto y a innumerables donaciones que recogía,  se le debe la construcción de un centro escolar que cedió a los Salesianos.

La imagen de María Auxiliadora fue esculpida en los talleres salesianos de Barcelona

En Mayo de 1914, salio de la Capilla de la Comunión de San Nicolás, al que sería su Santuario construido junto a las Escuelas que se llamaron de San José. 

Durante la quema de iglesias y conventos de 1931, tanto el colegio como el Santuario y la imagen de María Auxiliadora fueron destruidos. 

Pero dos años después los antiguos alumnos salesianos, volvieron a entronizar la imagen de María Auxiliadora en la ciudad de Alicante, la imagen llegó por mar desde Barcelona y con la custodia de Don Manuel Navarro. Permaneció una temporada en una casa de la calle San Nicolás, donde se celebraba a escondidas la Eucaristía,  hasta que de los escombros de la primitiva iglesia, surgió el que es el actual Santuario de María Auxiliadora.  Desde entonces la devoción a María Auxiliadora fue creciendo entre los alicantinos. Monseñor Barrachina, decía que "la devoción a María Auxiliadora era un hecho determinante en la religiosidad alicantina".

"A María se le debe el presente y sin duda el futuro de la presencia salesiana en Alicante. Don Bosco decía que María es quien nos guía".

El propio Don Modesto Nágera, escribió el libro titulado "La Perla de Alicante" que relata la historia de la Patrona de la ciuidad de Alicante, la Nuestra Señora del Remedio. En este libro habla de las advocaciones de la Virgen en la ciudad  de Alicante.

Remedio y Auxiliadora son advocaciones que están unidas a la historia de Alicante.

Los restos de Don Modesto Nágera, Abad de la Colegiata de San Nicolás, al que se le debe la devoción a María Auxiliadora y a la llegada de los Salesianos a esta ciudad, reposan en el santuario que él hizo posible.

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