CENFERENCIA

martes, 29 de octubre de 2013

LES FABES DE “BARRACHINA

En aquellos tiempos, sin televisión ni radio, y con una gran demanda de intelectualidad yuxtapuesta al elevado índice de analfabetismo, las gentes más humildes tenían pocas necesidades… y aún menos entretenimientos diarios. Fueron años de charlas en los mercados, de reuniones vecinales a las puertas de nuestras casas de planta baja, de juegos infantiles en calles desiertas y adoquinadas, y de una tranquilidad apenas rota por el “chuc-chuc” del tranvía –si es que pasaba en derredor, que a veces, ni eso-. “Por eso los vendedores ambulantes aparecían en las plazas y calles causando el mismo impacto que hoy los spot de televisión. La venta era simultánea al anuncio”.

“Barrachina” vendía, amén de diversión y chascarrillos por doquier,“fabetes calentotes” en invierno y “aigua sivá” en verano. Para ello, utilizaba una pequeña flauta o “dolçaina”, similar a la que tiempo después todos nosotros recordaríamos en manos de los “afiladores”.

-“Aaaaigua si-vá…” -gritaba Barrachina a voz en cuello-. “Con bam-ba…”

“Aigua cibà” era naturalmente “Agua Cebada”, sustituto o alternativa al concurrido “Café Granizado”, realizada con cebada hervida , achicoria y azúcar moreno, así como las “Bambas” no eran ni más ni menos que las ínclitas “ensaimadas” de toda la vida, que portaba en su cesta de mimbre o carretilla junto a “rollos morenos", pues ambas cosas ligaban muy bien la dulce y helada bebida.

-“Fabeeees… Tinc fabeeees calenteeeeeetes… Las tinc bulliiiiint…. Acabaeeeeeetes de bullir…” –anunciaba con esplendor, mientras los alicantinos corríamos a su lado para comprarle, charlar o, simplemente, verle pasar-.  “Sangueeeeeeta… Tinc sangueeeeeta calenteeeeeeta… La tinc bulliiiiiint….. Acabaeeeeeta de bullir…”

Cuenta la leyenda popular,  que un buen día “Barrachina” se encontró por la calle con otro vendedor ambulante similar a él. Nuestro ilustre llevaba ese día  “con donaire, colgada del brazo, una cesta con la sangre hervida, olorosa de  hierbabuena y orégano, y envuelta en paños blanquísimos”. El forastero vendía esa mañana con éxito sus habas entre los alicantinos, también al son de “Porte la faba caleeeeeeenta”

Y “Barrachina”, portador de esa mala baba, ironía y mordaz verborrea con la que se nos caracteriza a menudo, le respondió aquello de:

-“La xica rotja que bona está, tindrá una figa com un cabás…” –cantando luego una divertida canción aún hoy recordada por las gentes de la zona centro de Alicante: “Les fabes de Barrachina son un especialitat, sense prende la aspirina lleven el mal de cap. El caldo el done de baes, lo mateix done el paper. No mes me pageu que els fabes. ¡Mes barat ya no pot ser!”

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